Raquel Caño, jugadora profesional de balonmano, que hace unos meses probó las carreras populares, nos remite el siguiente relato sobre su primera media que corrió el sábado pasado en Ponferrada. Se nota que está escrita con el corazón. ¡Gracias Raquel!
21 Lunas y Media. 21 Razones y media para correrla.
Que decir cuando se sienten tantas cosas que tenías olvidadas.
Tres días antes de 21 lunas y media, corriendo sola por el municipio, haciendo 20 minutos de trote suave y 10 minutos a ritmo alto, se me pasaban tantas cosas por la cabeza.
Mírate Ra, en plenas vacaciones, levantándote a las 8 de la mañana para que no te pille un sol de justicia, abandonado por unos días esas cañitas y tapitas que tanto te gustan y sustituyendo todos tus pequeños vicios por litros de bebida isotónica. Pero Ra, es que no es solo eso, en Marzo corriste tu primera carrera y mírate, preparando una media maratón por amor al arte, en cuatro mesecitos encima, en los que debes de rendir como una leona para darlo todo sábado tras sábado por tu equipo.
Quedando con mis amig@s y compañer@s solo me decían: Ra, tu estás como una cabra. Desde aquí os animo, compañer@s y amig@s míos a que os volváis como una cabra.
Día 21 de Julio de 2012, me levanto con un pequeño gusanito recorriéndome la espalda, haz memoria, hoy es sábado, pero hoy no juegas, ¿por qué te sientes así? ¡Hay mi madre! Que hoy es la media maratón, que creía que nunca iba llegar y mírala, dando golpecitos desde el cristal de mi ventana para que me levante.
Después de comer los garbancitos de la mía Máma, que vale, a lo mejor no es lo más recomendable, pero lo llevo haciendo toda mi vida y no me ha ido nada la señor dietista; yo, pilotando a los mando, y con mi fiel equipo de corredores, amigos y compañeros de fatigas, nos encaminamos hacia esa bonita y verde tierra berciana, de la cual me quedé bastante encandilada en esa carrera por relevos de “A Santiago contra el cáncer” en la que tuve la suerte de participar.
Pabellón del Toralín, 19:00 de la tarde, ya te empiezas a dar cuenta de que una gran organización está tras ese bonito momento traducido en una hora cuarenta y cuatro minutos que vas a vivir. Una bolsa del corredor repleta de cositas, con unos pimientillos de la tierra que te dan ganas de sacar la hogaza pan nada más verlos; una feria del corredor llena de caras amigas que te dan la bienvenida, y el gusanillo mañanero que no recorre tu espaldita, si no que se ha metido en tu cabeza como un mazo que te repite que “en unas horillas vas a estar de corto, chavalita”. Lo bonito de estas carreras es el ambiente, el rencuentro con la gente, ver que tu hermano que ya parece más berciano que otra cosa, te ofrece su casa a ti y a todo tu equipo. A esa amiga y compañera inseparable del CLEBA, que con una rodilla rota y recién operada, andaba de un lado par otro correteando con el Big Brother, de la salida a la meta, haciendo paraditas por la zona de vinos, los acompañantes también necesitan avituallamiento.
Y de repente el gusano se convierte en cientos, un calentamiento para intentar templar los nervios, con una compi que al igual que tu es primeriza, y tu entrenador personal y persona importante que el pobre venia de estar diez días enfermito en cama, eso es mérito y no lo mio.
Esas horas de espera interminables desde la recogida de dorsales hasta que te sitúas en posición de salida habían pasado. Para mi el momento más bonito de la carrera fue ese, 700 personas a pie de castillo, muchos amantes del atletismo, amigos y familiares animando, un ambientazo, otra vez rodeada de caras conocidas animándote par que tu primera experiencia sea inolvidable; esa música a todo volumen, de repente te ves botando y aplaudiendo como una loca sintiéndote en pleno concierto de ACDC, “¡Dani, estoy tan nerviosa como cuando era juvenililla, pero que es esto!
Y de repente, todas las voces al unísono, 10, 9, 8… ¡Comienza la carrera!
Mi estrategia montada en la cabeza, si, llevo mucho tiempo compitiendo en alto nivel de balonmano, tengo estrategias hasta para jugar al juego de la oca. Ritmo cómodo, que me deje disfrutar de ese casco antiguo lleno de gente y de personas animando y disfrutando de esa gran noche. Niños contando las chicas que pasaban corriendo, que esperemos que sean cada vez más en cada carrera. Voces perdidas que te llaman desde alguna terracita. Buenas sensaciones, igualándome con el globo de 1h. 45min. Para sentirme más arropada.
Km. 5, vamos chic@s. Km. 10 venga, un poco más de agüita, ¡esto está ya chupado!, intentando beber en todos los avituallamientos como te dicen los expertos, pero más bien con poca fortuna, ya que mis ojos bebieron más que mi boca. Ya se porque aunque fuera de noche, algunos llevaban gafas.
Y llegó el Km. 15, mi estrategia de llegar fresca como una lechuga se estaba cumpliendo. Un sorbito más de agua y adiós globo, muchas gracias por la compañía pero esto ya me toca hacerlo solita. Una marcha más puesta y empieza la remontada de puestos, parece que se está cumpliendo lo de correr con cabeza, me merezco una recompensa. Play en mi mp3 y ACDC vuelve a la carga “rock`n´roll train”, y Don Omar me dice “no te canses ahora, que esto solo empieza”, y Taxi me anima “es tu motor, el sueño que hay dentro de ti”. Luna tras luna voy pasando por encima de ellas, sigue el ambiente y la alegría a tu alrededor.
Última luna y media, pero… no todo es alegría y diversión ¡aquí viene la pájara! Las ganas de pararme empiezan a asomar en mi cabeza, ya empiezas a bajar el ritmo, ya empiezas a sentirte solo, pero cuando crees que tu estrategia está fallando, viene la grandeza del ser humano a ayudarte. Dos personas totalmente anónimas para ti, se igualan, te animan, te dicen que les sigas, y consiguen que reacciones y les mandes un último impulso a tus piernas. Te llevan tus dos nuevos amigos y tus ganas de demostrarte que nada puede contigo en volandas asta meta. 500 m. se hacen más largos que 5 km. Pero a lo lejos ves la luz al final del túnel, cada vez más cerquita. Reconoces alguna voz que te acompañó en la salida animándote desde la meta y entonces ocurre. Cruzas la línea, es tu primera vez, ganas la batalla a las lunas y te sientes grande. Vuelvo a sentirme como aquella cadetilla que celebraba cada victoria como si hubiera ganado el mundial, te abrazas tus amigos y compañeros de fatigas y les das las gracias por animarte a que participes en algo tan bonito.
Coges tu bollo y tu caña de la victoria y en tu cabeza ya solo suena un run, run… “tendré que ir mirando para cuando la próxima…”