M., una Amiga del blog, corredora popular, nos ha enviado sus SENSACIONES en su primera media maratón, muchas gracias M., por compartir tus experiencias.
La verdad es que la carrera en la que participé el otro día, la I Maratón del Barco de Valdeorras, Sendas del Sil, fue mi segunda carrera. Siempre he corrido por correr, para evadirme, relajarme o simplemente para aclarar mis pensamientos, y hace un mes más o menos me apunté a la primera prueba, en Llamas de la Ribera, no estaba muy convencida, porque por lo que había leído era un recorrido rápido, muy profesional, puntuable para la Copa Diputación, y bueno porque en realidad me daba mucha vergüenza, o un poco de todo, y porque alguna vez tiene que ser la primera y vencer los miedos. El caso es que fui y participé, sufrí como todos por la lluvia, el barro y me sentí bastante rara, pero también saqué en conclusión que mi distancia, en este momento no eran los diez mil, sino una distancia más larga, algo con fondo, porque por experiencia cuando corro me siento más a gusto cuando he superado este tramo.
Encontré la Media Maratón del Barco y me apunté, para mí era algo especial, sentía que iba a disfrutar de la carrera desde el primer momento, es algo que tenía dentro, como esa sensación de mariposas en el estómago, me sentía segura, el fin de semana había hecho veintidós kilómetros largos por mi cuenta, y sin sufrir.
El recorrido era muy atractivo y gran parte del trayecto transcurría por el bosque y al lado del río Sil, esto era novedosos para mí, que siempre corro por asfalto, pero imagino que cada carrera tiene su personalidad y ahí reside también el reto. Estaba muy tranquila e ilusionada, y con muchas ganas de salir a correr, a disfrutar y a ver qué sentía. El día anterior, las ganas de correr me superaban, pero seguí algunos consejos de los que llevan más tiempo y no fui a nadar ni corrí, sólo estiré.
La mañana del domingo llegué allí, y como la otra vez, me sentí rara, porque mi cuerpo no es el de corredor y no tenía tantas "batallas" que contar, ni llevaba una camiseta de una carrera dura o prestigiosa. Sentía como los otros participantes te miran, quizá porque era una cara nueva y además de mujer, que somos menos, y como dice un monitor mío ante tanto profesional "cada vez te haces más pequeño". Esta vez simplemente estaba allí con mi camiseta rosa, y las antiestéticas pero imprescindibles medias de compresión. Estuve calentando un ratito, medio bailando, medio bromeando, ante la expectación de los trasnochadores, los niños y los otros corredores, estaba contenta.
Llegó el momento en la línea de salida, y como siempre, para que no se me viese mucho, pues en tercera línea entre varios chicos con cuerpos habituados a la carrera , escuchando batallas y tiempos y kilómetros por minuto, pero yo ahí segura con mi ilusión. Sonó el disparo, y todos a correr, al principio tuve que apartar con cuidado a algunos participantes, con cuidado para no tropezar, pero tenía claro que no debía precipitarme en la salida, en cuanto a velocidad, pero tampoco quedarme atrás. Recuerdo que poco a poco iba avanzando pero con una sonrisa, escuchando mi música, que había elegido para ese día, viendo el trayecto, a la gente que te animaba, y atenta a cómo respondía mi cuerpo. En los primeros kilómetros seguía de cerca a varios corredores casi hipnotizada por el ritmo de sus zancadas, y sin atreverme a adelantarlos, pensando en que quizá si apretaba mucho en ese momento, me quedase sin energía para el final. Creo que ahí podía haber corrido más rápido, pero dudé.
Y llegó el ecuador de la carrera, unos terminábamos y otros seguíamos, a partir de ahí como siempre, note que mi cuerpo se soltaba e iba más cómodo, a pesar del calor que ya empezaba a apretar en ese momento. Seguía sonriendo y disfrutando, algunos corredores me decían cosas, y me hacía señales con la mano, indicándome el número tres, y la verdad es que iba a mi aire con mi música y sin enterarme de nada, con pensamientos e imágenes que venían a mi cabeza. Hubo momentos en los que estaba sola por el bosque y tenía miedo de despistarme y coger el camino equivocado, fue fantástico el tramo del bosque, dando bricos por el camino, lo recuerdo como algo muy agradable.
Cuando ya quedaban cinco kilómetros nos fuimos agrupando todos más, hasta casi llevar todo el rato a un par de chicos conmigo, que medio jugando nos adelantábamos unos a otros. Varios de ellos, con un físico imponente me pasaron. Ya estaba a punto de llegar y sabía que iba la tercera, esta vez me había enterado, pero eso no me preocupaba estaba feliz de haber participado, de haber hecho mi primera media maratón, la llevaba en el corazón. A pocos metros de la meta iba a la par con un chico, bromeando le dije, "bueno si quieres hacemos el mismo tiempo y entramos juntos en la meta, pero no te piques", y me dijo "te estás picando tú", y así entre risas, más las mías que las suyas, atravesamos el arco de llegada y nos dimos un abrazo. Y con eso me quedo con las buenas sensaciones, la deportividad de los participantes, el sacrificio y la satisfacción.
Cuando luego supe que tenía que subir al podio casi me da algo, me moría de la vergüenza. Estaba feliz y más áun cuando me enteré que en la prueba había participado el triatleta olímpico de México. Yo corredora popular, mi primera medio maratón, en la misma prueba que un olímpico y encima quedo la tercera. ¡Quién me lo iba a decir¡
Dar las gracias a mis compañeros de las redes sociales, que me han animado a participar y aconsejado, por su ayuda.
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