A medida que se va a cercando el día, las inscripciones siguen aumentando, estando a punto de alcanzar los dos millares, a este ritmo se prevé que el lunes o el martes se completen los
2.200 corredores.
Hoy traemos hasta esta página la crónica de Sonia, de equipo Nunca correras Solo:
"Hace algo más de cuatro años él estaba sentado a mi lado en la mesa con la ilusión y la sonrisa de un niño. Llevaba bastante tiempo quejándose con amargura por no poder disputar una media maratón en su casa, él, que llevaba toda la vida corriendo y dejándose caer por carreras a lo largo de la geografía española, excepto aquí, en León. Acariciaba la noticia todavía con reservas, como si estuviera en un sueño y temiera despertar, pero no tenía dudas, lo había escuchado a la perfección: en marzo de 2009 León celebraría su primera media maratón. Verle tan animado, imaginándose quizás el recorrido o lo que supondría correr por primera vez en casa animó mi espíritu aventurero y, sin saber bien lo que decía, le solté:
“Perfecto. Yo también quiero correr esa media”. Pasmado, quizás con miedo, o por qué no decirlo, con más ilusión que nunca, me respondió: “Sonia, 21 kilómetros no son ninguna broma; será duro y difícil”. Dos palabras que sellaron mi preparación pero no quebraron mi voluntad ni la suya, una persona que ya llevaba varios maratones en la espalda, que había sufrido y disfrutado a partes iguales. En él había apreciado la grandeza de lo que después se llamaría running y ahora, con la I Media Maratón de León, tenía la posibilidad de vivirlo en primera persona.
Así se gestó una aventura que con mucho esfuerzo me llevó a las calles de León aquella
fresca mañana de marzo de 2009. Hacía tan solo tres semanas que había debutado en media maratón, al otro lado del Atlántico, y me hacía una idea de lo que significaba la distancia. Hacerlo en casa era otra cosa. Él, ilusionado e intranquilo, me dio los últimos consejos y, con el pistoletazo de salida, comenzó un idilio que a día de hoy continúa más fuerte que nunca. Mi ciudad se rendía a mis pies, cada una de sus calles y edificios emblemáticos, sus gentes, la entrada en la plaza de la catedral con mi familia y mis amigos animándome, la parte final en La Candamia, los momentos duros cuando ya las fuerzas no alcanzan… Y sin embargo algo nos empuja siempre hacia delante, con la cara marcada por el esfuerzo, sí, pero también con una sonrisa que abanderamos con orgullo. Mi mirada apenas alcanzaba para guiar mis pasos, pero de vez en cuando se alzaba para buscarle a él, hasta que una camiseta naranja, la suya, la de mi padre, vino en mi busca para recogerme, cuidar mis últimas zancadas, alentarlas, demostrarme que el espíritu de sacrificio y la fuerza de voluntad siempre tienen su recompensa.
“Estos aplausos son tuyos, solo para ti, yo ya tuve los míos”, con esas palabras giramos y entramos en la pista del Hispánico, tan importante para mí hace tantos años, en la que solo cien metros me separaban de la gloria. Allí se congregaron los míos, mientras mi padre y yo recorríamos los últimos metros hasta parar el crono en 2h15’.
Mucho ha llovido desde entonces y muy lejos nos han llevado aquellas zancadas; y aunque somos conscientes de que nunca estaremos entre los primeros, ni conseguiremos las mejores marcas, la ilusión por las zapatillas y el dorsal sigue siendo la misma, aquella que nos convierte en pequeños héroes de nuestra historia, la que nos hace soñar, la que nos permite ser libres, porque si algo he aprendido a raíz de aquella Media de León, es que
Nunca correrás solo."