Desde que, hace tres años y medio, empecé en esto del
running tuve la intención de participar en esta prueba, incluso cuando mis
condiciones físicas eran “no condiciones”. Siempre he tenido una pasión ciega
simplemente por el hecho de su lugar de celebración, y eso que no la había
visto nunca. Este año se celebró la 50 edición y mi participación era obligada.
No iba solo, nos habíamos juntado una veintena de corredores de la escuela
Ule-Chorco. Algunos con la ilusión de completar una más y otros con la ilusión
de lo desconocido
Foto de Lola |
El sábado por la mañana salimos de viaje, vamos a
Donosti, donde nos alojamos este año. La ilusión “juvenil” de los que vamos en
el autobús, los nervios de la víspera nos impiden dormir a pesar del madrugón.
Peor lo tienen los que se han levantado para llevarnos al autobús y no viajan.
Durante todo el viaje el ambiente del grupo fue
espectacular. Pero habíamos ido a correr y el sábado hubo que acostarse pronto,
que algunos madrugaban para salir en grupos de ritmo vivo. La llegada a Hendaia
en Topo (así hemos denominado siempre el tren de Euskotren) fue una agradable
novedad del viaje, algunos no vimos la salida de los pros, pero llegamos, al
menos en mi caso, muy tranquilos y descansados. No teníamos mucho tiempo pero
yo si tuve la oportunidad de saludar a mi hermano que, después de muchos años
sin hacerlo, corría la Behobia. No podíamos correr juntos porque a mi no me da
para seguir su ritmo.
Sin darnos cuenta nuestro cajón se acerca a la salida.
Suben la música, el presentador se dirige a nosotros con la misma intensidad
que a cualquiera de los cajones anteriores, el nuestro es el último. Nos da las
gracias y nos recuerda la importancia de que corramos nosotros también. Ya
estamos corriendo y con bastante calma empezamos el recorrido que para sorpresa
de los novatos comienza desde el kilómetro uno a subir. ¿Pero no decíais que
solo había dos cuestas?.
Aún les queda alguna sorpresa, a los demás también. Hacia
el kilómetro cinco aparecen las primeras cuestas de ese sitio de nombre impronunciable,
Gaintxurizketa. Para su desgracia los puntitos de colores que se ven delante no
son los que acaban la cuesta, todavía les queda la parte más dura. Pero no se
les dice, cuando lleguen ya les dará lo mismo, no habrá fuerzas para quejarse.
Superamos la subida y comienzan las primeras felicitaciones, la subida más
larga la hemos superado y enseguida se atisba una bajada larga y constante, que
nos va a llevar a Rentería.
Necesito hacer un punto y aparte con Rentería.
Nací allí
y la modificación del recorrido realizada este año hace que se pase por delante
de la casa donde nací. Desde la entrada tengo que controlarme, las pulsaciones,
que no miro, se van desmadrando y van subiendo y bajando como en una montaña
rusa. Además una de las mayores sorpresas de la prueba de este año se esconde
en Rentería, la gente se ha echado a la calle y el paso por la avenida de
Navarra, mi calle, es increíble para todo el mundo. Yo voy mirando a la gente,
me gustaría poder ver a gente que conozco. Por fin llego al número 63 y allí me
están esperando mis amigos. Mi grupo, en la carrera, está avisado y no me da
tiempo ni a decirles que sigan. Saludo a mis amigos, les agradezco que hayan
estado, y con lágrimas en los ojos emprendo la prueba. Rentería se acababa y
debía de centrarme en conseguir algún merito deportivo. Pero aún me queda el
momento mas emotivo de todo el día. Mi tía y mis primos han decidido que mi
tío, en silla de ruedas, puede estar un rato viendo la carrera y me dan la
oportunidad de darles un grandísimo abrazo.
El problema es que según dejo a mi familia comienza la
temida cuesta de Capuchinos. Yo se que no es para tanto, pero debo de coger mi
grupo y además debo de volver a meterme en la carrera. Suerte que en la cuesta
de Capuchinos no había mucho fotógrafo, o no los vi, y no hay imágenes de mi
cara.
Después de Rentería, en el paso por Pasaia, sigue
habiendo mucha gente que anima y nos lleva en volandas para la preparación de
la cuesta de Miracruz. La subida no coincide con la de los últimos años, es más
corta y más dura. Pero no podemos relajarnos, la víspera alguien apostó en
contra de algunas del grupo, nos hemos planteado bajar de las dos horas y
subimos haciendo eses adelantando al personal. Una gran subida chicas. Ya no
hay marcha atrás, ya vemos Donosti. Ya llegamos. A partir de ahí, a disfrutar.
Conseguimos recuperar en la bajada de Miracruz, y a partir del último
avituallamiento, A CORRER.
Después de dieciocho kilómetros fuimos capaces de hacer
dos a ritmo de serie de entreno fuerte, alrededor de cinco minutos. Sí, ya se
que las hacéis todos más rápido que nosotros, pero cada uno se alegra con lo
que puede. Además consigo ver a mi hermana que como todos los años, después de
esperar a mi cuñado, es de los rápidos, me espera para saludar. Consigo ver a mi
hermano que ya ha acabado, vemos a los amigos que han corrido y ya están
vestidos.
Llegamos a meta, miramos el tiempo, y por trece segundos
las chicas ganaron la apuesta. Inmediatamente nos dan la medalla y empezamos
con el ritual de llamadas. Nadie corre solo, siempre llevamos con nosotros a
los nuestros. Toca ir hacia el hotel para prepararnos para el tercer tiempo.
Foto de Lola |
Sí, en el running, cuando no corres en casa casi siempre
hay que gestionar el tercer tiempo. Este año hicimos lo que hacen muchos grupos
de corredores que van a correr la prueba, ir a una sidrería donde tienen uno de
los mejores isotónicos naturales. Ya se que la sidra es distinta a la asturiana
pero está buena. Y para el que no le guste te ofrecen buenas cervezas. Si
añadimos que nos juntamos con más buena gente de la escuela todo perfecto.
No quiero acabar estas líneas sin citar, en primer lugar,
a María José, Mikel y Sara. Ellos son la razón de las cosas que hago y me
permiten disfrutar de estos momentos. Y, como no, a las chicas del “Atrápame si
puedes”. Desde aquel “tú, detrás de las chicas” que me soltaron hace tres años
vengo disfrutando de las carreras y en casi todas con el grupo.
Foto de Lola |
¿La carrera perfecta?.
Todavía tienes alguna duda, yo no, porque incluso me ha
dejado la ilusión suficiente para afrontar más retos. Nos vemos en las carreras, y
si no corres anima a los que lo hacemos. Una de las grandes diferencias de esta
prueba con el resto está en los ánimos de los espectadores.