Los que me conoceis sabeis que no me gusta correr por la montaña, las cuestas hacia arriba se me atragantan. Me gusta pasear por el monte, pero nada mas. Prefiero el asfalto para correr.
Hasta la presente edición de la
Trancandamia había acudido a todas las
quedadas pre-transcandamia y había visto que aquello no era para mi. Haciendo la mitad del recorrido: siempre llegaba muerto a casa. Luego el dia de la carrera todo el mundo me decía (sobre todos los corredores): deja la cámara y corre, y
me entraba el "gusanillo".
Este año con la coincidencia de que era la
5ª edición (número redondo), y pensando en contar las sensaciones de la carrera vividas y no las que te cuentan, y como
solo se vive una vez,
decidí inscribirme. Y eso hice.
Después de una estresante mañana del lunes 2 de noviembre, dia en que
se abrian las inscripciones y las páginas estaban caidas, conseguí inscribirme.
No sabía donde me había metido, y a dos meses vista tampoco intuía el
barrizal que iba a haber el dia de la carrera.
Ya mentalizado que tenía que correr, lo primero era seguir un plan de entrenamiento que nos facilitó Cesar F. Buitron, con el objetivo simplemente de acabar la carrera y de poder ir a trabajar al día siguiente: lunes, sin lesiones.
Y llegó la semana y el dia de la carrera, y ya en los entrenamientos previos se veía lo que se avecinaba: Barro, agua y mas barro. Y yo que soy un "pato mareado" esperando que dejara de llover o que empezara a helar para que el barro endureciera. Ninguno de las dos cosas se dió.
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Momentos antes de la Salida |
Asi que el domingo a eso de las 09:30 estaba
preparado y mentalizado para correrla, como se dice en estos casos y
"DISFRUTARLA".
Salgo al trote cochinero, los dos primeros kms por asfalto sin problemas y hasta el Km.6,5 sin caidas. Hasta primer avituallamiento (km.8) alguna caida o resbalón fortuito. Toño y la compañera que estaban en el avituallamiento nos tenian que dar el chocolate a la boca, porque teníamos el resto del cuerpo lleno del otro chocolate.
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Km. 6,5. Foto Cortesia de Pedro Cuevas. |
De rumbo al segundo avituallamiento sigo la máxima: correr conservando fuerza para llegar como si no hubiera pasado nada al llegar al 2ª avituallamiento. Y así lo hice. El terreno se enfangaba mas por el momento, ya no iba evitando los charcos, sino buscándolos, y rememoré todas las formas de caer aprendidas en mi infancia en las clases de Judo.
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La procesion va por dentro. Foto Cortesia GF Casa de Asturias |
En el 2º avituallamiento en el km 16 (mas completo) tomo un gel y me lanzo cuesta abajo desde los depósitos, aqui vinieron los tramos más corribles, aparte de tener que pasar 2 ó 3 veces un riachuelo y de bajar como si de un tobogan de barro se tratase: dos o tres embudos o canales de barro liquido puro. No lo había hecho ni en la "mili", aquello parecía una pelicula de vietnam.
Tras varias caidas mas (sobre todo en las curvas) y de quedarme parado en las subidas deduzco que las NB que calzo no son las mas apropiadas para el barro (pero ya era tarde).
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Anibalada. Foto Cortesia de Sonia Santos |
Se me pasan los ultimos kms volando y veo a Juan Carlos al pie de la Anibalada indicandonos por donde había que subir. No sin esfuerzo llego a la meta, con dos kgs de arcilla fina de la Sobarriba distribuida por todo mi cuerpo y prendas- sin excepcion-.
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Ultimos metros Anibalada |
Aparte de que alguna de las prendas que llevaba
no las haré revivir en la vida a pesar de los mil aclarados a las que les he sometido, de las
picaduras y rozaduras varias, y de los
dolores (agujetas) que me han acompañado desde la noche del domingo y que espero desaparezcan paulatinamente, el resto está en las
fotos.
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En meta Foto. Cortesia de Edgar Gil |
Los que verdaderamente teneis mérito sois los que habeis estado indicandonos en los cruces o en las zonas complicadas por donde ir, los que nos habeis animado, hecho fotos y esperado en meta. No pongo nombres porque sería injusto olvidarme a alguien.
Vosotros si que os habeis mojado y pasado frio.
¡Gracias a todos!
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Saboreando el barro y la llegada a meta |
Nota: Cada vez que me caí siempre hubo al menos un corredor que me preguntó si me había hecho daño, gracias a esos corredores a los que no conocí mas que un instante en la carrera.