En un domingo marcado por el comienzo del reto de #8dias8maratones de los trabajadores de Everest, la carrera de El Salvadoro en la Bañeza, el final de los 101 kilómetros peregrinos, os traemos la crónica de Isabel Galán de la Tebaida 2014, antes de correr la de este año.
La Tebaida: una experiencia compartida
6:45 de una fría mañana de primavera. Nos disponemos quince
componentes de LeónCorre para nuestro próximo reto "runner": La
Tebaida, una carrera de montaña en el Bierzo, con distancia de 22 km que
transita por el Valle del Silencio, de hermoso nombre e impresionante
presencia.
Disfrutando desde el viaje
Saliendo en dirección Ponferrada, el viaje transcurre muy
ameno, entre conversaciones y anécdotas de los compañer@s, hasta que comenzamos
una carretera de alta montaña que nos lleva hasta Montes de Valdueza, de curvas
varias y espacio estrecho y sinuoso. Nos cruzamos con algunos ciclistas, entre
los cuales alguno lleva dorsal, por lo que deducimos que ya están realizando su
singular calentamiento antes de la carrera -así se las gastan algun@s
deportistas-
Primer tramo: disfrutando y sufriendo
Después de cruzar el primer riachuelo y respetando mi propio
ritmo, voy tomando posición entre los últimos del pelotón: eso sí, disfrutando
cada sensación y cada emoción que transmite el paisaje, de una imponente y
singular belleza. Pronto empezamos a subir por un desfiladero en forma de
zigzag, sembrado de preciosas malvas reales, auténtico deleite para la vista. La subida se hace algo dura, pero
me encuentro muy bien, subiendo a mi ritmo.
Superado el primer obstáculo, me detengo en el primer
avituallamiento donde me indican que quedan 4 km para llegar al punto de
control situado en Manzaneda, a mitad del recorrido. Voy justa, perdí mucho
tiempo en la bajada, pero la senda se hace muy amena y me permite trotar de
continuo a buen ritmo, aunque estoy pendiente del reloj; es entonces cuando
acecha el primer fantasma e intenta convencerme de que no llegaré, pero ¡lo que
es la mente…!
Empiezo a recordar la crónica de mi compañero Rubén en su
última aventura en Alto Sil y esto me da fuerzas para acelerar el ritmo,
intentando controlar mis pies para que no
me hagan tropezar, y pensando en lo bien que me sentiré una vez que
llegue a Meta. Si he de morir, que sea con las botas puestas; así pues, y sin
darme cuenta, ya estoy en la segunda bajada: no es técnica, pero sí bastante
pronunciada, así que me dejo resbalar y llego a tiempo.
Segundo tramo: tesón y aguante
Al paso del control,
decido caminar por la pista que asciende lentamente hacia un lugar que
desconozco. Miro a mi alrededor: no hay nadie delante, tampoco
detrás… entonces aparece el segundo
fantasma que me acompaña durante 10, 20, 30 minutos… estoy caminando sola por
un precioso bosque; es un sentimiento totalmente nuevo para mí, diferente, pero
que no me disgusta. La sensación de estar sola por fin desaparece, estoy
tranquila, escuchando el silencio, respirando y fundiéndome en el entorno;
entonces noto que me encuentro en paz, feliz, fuerte, no tengo miedo.
Al final de la pista
asoma el pueblo donde se encuentra el segundo avituallamiento. Ya puedo
ver a más corredores, ahí está mi compañera Emi, tomándose algo. Intercambiamos
unas palabras, ella decide proseguir su carrera mientras tomo algo y hablo un
poco con los voluntarios (que por cierto, ¡qué grande la gente que se ofrece
para servir tan desinteresadamente a los corredores!).
Y lo que espera al final del camino…
Y seguimos por otra pista, donde esta vez ya voy acompañada
por otros corredores. Estoy muy animada, me encuentro intacta de fuerzas y la
mente también está a tope. Transcurre la carrera por un sendero de raíces,
subidas y bajadas casi constantes, tercera bajada hasta la carretera, y aquí
empieza la prueba final: 2 kilómetros de subida casi continua que someten a
prueba las piernas que empiezan a notar la fatiga. Voy bien, aunque renuncio a
trotar. Aparecen varios Trail runners
que bajan en sus coches y que terminaron hace tiempo la carrera, y que
me animan y dan fuerzas para coger impulso y seguir.
Última bajada, sigo encontrándome bien pero voy con cuidado
porque sé que en este momento las piernas ya cansadas podrían tropezar; y por
fin, llega la subida final: unos 300 metros que se hacen eternos hasta llegar a
Peñalba. Entro en el pueblo acompañada de otros dos corredores, y veo a Laura
con su cámara esperándome para sacar foto.
Por fin entro en Meta. Veo las caras de Ana, Natalia, Iván,
Marta, César, Jairo, Salva, Jesús, Aarón…
Total 1000 metros de desnivel positivo y otro tanto de
desnivel negativo. He tardado 3 horas 52 min. en vivir una experiencia
inolvidable y que ciertamente me ha ayudado a crecer como persona.
Pero como dice en algún lugar de la camiseta de la
organización: "Tu superación es la nuestra", y aquí puedo decir: ¡Lo
conseguí! Gracias a la organización, así como a tod@s los voluntarios por
hacerlo posible.
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